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La Guerra de abril de 1965 es una de las epopeyas más gloriosas de la historia nacional

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Por Dante Ortiz Nuñez

Para una aproximación a las causas que originaron la Guerra de Abril, es menester contextualizarla entre las contradicciones básicas de los pueblos latinoamericanos frente al imperialismo, los aliados de este y por la búsqueda de la plena independencia nacional por parte de los sectores históricamente interesados en las transformaciones estructurales de las sociedades hispanoamericanas y dominicana.
La situación político-social creada luego del ajusticiamiento de Trujillo, en mayo de 1961, se caracterizó por la emergencia de las masas interpelando el Estado, por la vigencia de las libertades públicas, los derechos individuales, los derechos de clases y por el derecho a una vida digna. En tanto, los grupos de poder y el imperialismo intentaban controlar todas las instancias estatales para continuar los procesos de acumulación de capitales, unos y el dominio geopolítico, el otro. El choque socio-político era inevitable y así sucedió.

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En el marco que esos intereses enfrentados, por un lado, el pueblo representado por estudiantes, sectores obreros organizados y partidos de izquierda, y, por el otro, las distintas fracciones del capital representadas por la embajada, los partidos del sistema y la prensa de la época. Se llevó a cabo un enfrentamiento campal en todos los niveles, en lo económico con huelgas y demandas de pactos colectivos de trabajo, reclamaciones de aumentos salariales, gran movilidad del campo a las ciudades y ocupaciones de tierras.

En lo político, formación de nuevas agrupaciones, aparición de periódicos de diferentes ideologías, creación de entidades estudiantiles, clubísticas, campesinas, profesionales y corporativas del capital, la entrada en escena de los partidos políticos de derecha e izquierda, así como una profunda división en los aparatos represivos del Estado, dan cuentas de lo profundo de las contradicciones y de la lucha de clases del período en cuestión.

La victoria electoral del Partido Revolucionario Dominicano y su candidato, el profesor Bosch en diciembre de 1962 y posterior ascenso al Poder en febrero de 1963, cambió radicalmente el contexto político nacional, pues fue una victoria de una alianza política espontánea de los sectores populares con un sector de la burguesía trujillista a través del PRD.

Al votarse una Constitución democrática-liberal que creaba las condiciones para encausar las demandas populares y adecuar las instituciones para procesar los conflictos sociales, lo mismo que el desarrollo capitalista, los sectores que perdieron las elecciones, orientados por los intereses del imperialismo, que estaba inmerso en la confrontación con la Unión Soviética en la Guerra Fría, y la política de la Seguridad Hemisférica en América, entendían que la victoria de Bosch y su programa liberal era una amenaza a sus intereses, en el Caribe, donde el ejemplo de la Revolución cubana era temido como el diablo a la cruz, eso calentó aun más el ambiente.

En el marco de la Guerra Fría, Estados Unidos sostenía que no podía tolerar un gobierno democrático como el de Bosch porque se constituiría en mal ejemplo para las demás naciones del área, tal como lo estaba siendo Cuba, aunque ambos gobiernos no eran ideológicamente comparables. Tal era el grado de obnubilación que embargaba a los líderes de esa gran nación.

Se creó una entente entre todos los que aspiraban a usar el Estado como mecanismo de acumulación. Ese Frente Oligárquico, procedió a cercenar la voluntad popular, amparado en la ignorancia de las masas ideológicamente controladas por un sector de Iglesia y constantes provocaciones y mentiras de la prensa. La campaña de desestabilización, para crear las condiciones para el golpe de Estado, incluyó movilizaciones populares, de supuesta reafirmación cristiana. Se siguió el manual para eliminar gobiernos progresistas y el 25 de septiembre se depuso el gobierno legítimo, consumando gran traición a la nación por algunos que juraron defenderla. .

Al ser derrocado el gobierno de Bosch por la alianza oligárquica integrada por el gobierno norteamericano, la cúpula de la Iglesia Católica, los militares de derecha, un sector de los empresarios y la prensa de la época, la factibilidad de solución de los problemas socio-económicos nacionales en el marco del sistema político quedó abortada. Se abrió el camino de las conspiraciones. Se estableció una Junta Militar que duró muy poco y esta cedió el mando del país a un Triunvirato.

En noviembre y diciembre de 1963, el Movimiento Revolucionario IJ4, que dirigía el más importante dirigente de masas de esa época, Dr. Manuel Aurelio Tavares Justo, declaró una insurrección militar con siete frentes guerrilleros en el país, rápidamente fueron identificados, acorralados, apresados y luego de brutales torturas asesinados. Algunos salvaron milagrosamente sus vidas. El desenlace guerrillero agudizó la separación entre los sectores populares y los golpistas.

En rechazo al trato dispensado a los guerrilleros capturados vivos y luego asesinados, el Dr. Emilio de los Santos renunció del Triunvirato y fue sustituido por Donald Read Cabral quien estabilizó la crisis al interior de los golpistas en el gobierno de facto. Pero no pudo controlar las expresiones de rebeldía popular que iba creciendo.

La situación no podía ser más dramática, amplias protestas populares en los barrios, la universidad y liceos, incremento de la represión, militarización, promulgación de leyes que retrotraían la nación al período de la dictadura de Trujillo y otras expresiones de crisis políticas y gobernanza.

Tal situación repercutió con gran intensidad en los cuarteles, sensibilizó a los militares más honestos y defensores de la Constitución y terminó creando las condiciones subjetivas para que se gestara un núcleo estratégico que trabajó por la restauración del gobierno y la Constitución del 1963; ese núcleo fue encabezado por el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, brillante militar que desde las elecciones de 1962 venía dando seguimiento a quienes complotaban contra Bosch.

Fernández Domínguez, quien diseño el plan estratégico y desplegó rápida movilización que incorporó a cadetes y oficiales, estaba en contacto con Bosch exiliado en Puerto Rico, que coordinaba con sectores civiles dirigidos por el doctor Molina Ureña, encabezaba el proyecto conspirativo.

Llegado el momento ambos grupos se articularían y ampliarían sus radios de influencias. Se precipitaron los acontecimientos y el 24 de abril de 1965, el Dr. José Fco. Peña Gómez llamó al pueblo a levantarse en rebelión contra el gobierno del Triunvirato, este respondió tal como lo había hecho en cada momento de peligro de la existencia de su territorio o la nación.

Surgió la consigna de “armas para el pueblo”, se integraron los sectores de izquierda y se gestó un bloque popular en armas que redimensionaron las luchas bajo el mando del coronel Caamaño, quien emergió como líder constitucionalista frente a la crisis de liderazgo del sector civil en los primeros días y, luego de la intervención militar del 28 de abril, como líder antiimperialista durante la Guerra Patria en que desembocó la cadena de eventos desatados por el golpe de Estado.

El plan de Bosch y Fernández Domínguez se saldó exitosamente: contra golpe a Donald Read, reposiciones de las autoridades y la constitución del 1963, pero el presidente no pudo regresar por la ocupación y Caamaño pasó a ser presidente constitucional.

Como en epopeyas anteriores, el pueblo en armas dio demostraciones de heroísmos y creatividad, se crearon las milicias populares organizadas en Comandos, se enfrentaron heroicamente las acciones de las tropas imperialistas, se controló la Zona Constitucionalista. Durante la contienda hubo hechos de trascendencia mundial por el arrojo de los comandos populares contra las tropas invasoras.

Desde mayo se negoció de igual a igual con el invasor y, lo más sobresaliente, se logró una salida negociada a la guerra, aun cuando el enemigo no respetara dichos acuerdos y se ensañara contra los combatientes constitucionalistas mediante la aplicación del terrorismo estatal contra civiles y militares, lideres obreros, dirigentes populares y militantes de izquierda.

El 3 de septiembre se firmó el Acta Institucional que puso fin a la contienda bélica. Se seleccionó un gobierno provisional encabezado por el Dr. Héctor García Godoy, ex canciller del gobierno de Bosch, quien estuvo al frente del Estado durante 9 meses. En una labor de recuperación estratégica para el reordenamiento del mismo, luego que las acciones populares diezmaran las bases del Estado Oligárquico, en esa tarea fue asesorado por más de 500 técnicos norteamericanos traídos al país para tal efecto. La Organización de Estados Americanos legalizo la intervención al crear la Fuerza Interamericana de Paz. Ahí comenzó el descredito de la OEA.

Héctor García Godoy promulgó más de 300 leyes tendentes a reestructurar el funcionamiento del Banco Central, Educación, Turismo, todo el aparato productivo, legislativo, policial y militar. Esa labor estratégica sentó la factibilidad de reestructurar el Estado.

El gobierno estadounidense tenía una mesa de diálogo sobre la crisis dominicana desde 1961 y cuando estalló la guerra Johnson la reactivó y en una sección de trabajo donde asistió el ex contraalmirante Lajara Burgos, al ser consultado sobre quién podía encabezar un gobierno que resolviera la situación de Republica Dominicana, este respondió que Joaquín Balaguer, a lo que el presidente Johnson respondió diciendo: “busquen a ese hombre y pónganlo en el poder”. Balaguer regresó al país en medio de la guerra e inició una intensa campaña electoral.

A mi entender, lo más sobresaliente de la contienda consistió en que se gestó una alianza entre las distintas fracciones de los grupos dominantes entre sí y de estas con el imperio, para que situaciones como las vividas entre 1961 y 1965 no volvieran a editarse. Ese pacto perdura aún.

En lo administrativo, se creó un Consejo de Gobierno, llamada Consejo Nacional de Desarrollo, donde, a partir de las elecciones de 1966, el embajador Crimming ejercía omnipresencia.

Son amplias las enseñanzas de los acontecimientos entre 1961 y 1963, pero las de la Guerra de Abril tienen mayor dimensión internacional La Revolución del 1965 es una de las epopeyas más gloriosas de la historia nacional que se suma a las victorias frente a las tropas inglesas de Penn y Venables en 1655, a la obtenida frente a las tropas francesas de Leclerc en 1808, frente a las haitianas entre 1844 y 1856 y a la logada frente a las españolas entre 1863 y 1865, sirviendo de referente histórico para ganarnos la condición de pueblo indómito frente a las invasiones extranjeras.

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