Por HUMBERTO CONTRERAS VIDAL
Una mujer dominicana de barrio se caracteriza porque escucha música mientras realiza las labores domésticas (mientras cocina o limpia la casa). No teme que la vean en rolos cuando se lava el pelo. Si se va la luz coge una silla y se sienta para terminar de secarse en el sol. Siempre consiguen para cubrir los gastos semanales del salón de belleza. Beben cerveza en la calle mientras escuchan una bachata, merengue o la música de su preferencia. Y suelen quedar embarazadas a temprana edad.
Organizaciones internacionales han desarrollado planes en las últimas décadas en coordinación con instituciones nacionales con el objetivo de controlar los nacimientos en la República Dominicana. Se puede decir que, esas organizaciones han logrado su propósito con las mujeres dominicanas.
La mayoría de mujeres dominicanas en edad de reproducirse están de acuerdo en que no se pueden tener muchos hijos. Como máximo uno o dos, y un gran número de ellas ni siquiera están pensando en tener hijos.
A mayor educación formal (mientras más educadas están nuestras mujeres) mayor es la tendencia a que no quieran tener hijos. Esto puede ser confirmado con el cambio de tendencia del crecimiento natural de la población definido por las tasas de natalidad y mortalidad en las últimas décadas. La República Dominicana no tiene porqué seguir el camino de los europeos. Estamos a tiempo de detener este proceso acelerado de reducción demográfica de la nación dominicana.
Por tanto, gracias a las mujeres del barrio porque ellas son las que están garantizando el presente y el futuro de la nación dominicana.
Este breve texto se ha escrito con el objetivo de provocar la meditación sobre qué será de la República Dominicana, si nuestras mujeres no quieren tener hijos. Mientras que las nacionales haitianas de nuestro hermano pueblo vecino suelen tener en promedio unos 4 hijos, siendo conservador.
Al parecer, el futuro de la República Dominicana está en manos de las mujeres de barrio. Habrá que orientar políticas públicas para protegerlas. De ellas y de sus descendientes estará poblado nuestro territorio. De ellas y de sus descendientes dependerá la nación dominicana si no cambiamos el rumbo que llevamos.
El autor es doctor en ciencias químicas. Reside en Santiago de los Caballeros. huco71@gmail.com